Sombras acechan la crónica, Ventura ¿es un desaparecido?

En “La Aventura de un Fotógrafo en La Plata” hay indicios de que el hijo de Lombardo fue desaparecido durante la última dictadura, ¿será así?

Luego de que Nicolasito Almanza salvara la vida de don Juan Lombardo, transfundiéndole su propia sangre, el viejo se siente en la obligación de decirle al fotógrafo la verdadera razón por la cual lo había llamado en las inmediaciones de la terminal. El hombre le pide que se acomode a los pies de su cama y le cuenta que tanto él como sus hijas lo encontraron enteramente parecido a un hijo suyo, de nombre Ventura, que se había ausentado de su casa hace siete años.

El motivo del distanciamiento, según cuenta Don Juan, fue que él compró un seguro de vida  a nombre de Ventura para congraciarse con el hijo de una viuda con la que mantenía una relación íntima en aquella época. Al enterarse, el joven dudó de las intenciones de su padre y huyó de la casa. El rumor que corría por Brandsen confirmaba sus temores.

Ésa parece ser la razón por la cual Lombardo se apega a Almanza: cobrar el seguro de vida.

Lombardo: —Ni siquiera sé que esté vivo o esté muerto. Lo más probable es que esté muerto, pero eso no basta para cobrar el seguro”.

Ahora bien, esta novela -la última de Bioy Casares- fue publicada en 1985. Si consideramos que la misma está ambientada y transcurre en ese mismo tiempo cronológico, podemos inferir que aquel hijo del cual Lombardo no tenía noticias habría desaperecido alrededor de 1978, durante la última dictadura militar, que se extendió desde 1976 hasta 1983.

Lo más interesante del asunto es que el propio Bioy Casares declara en el prólogo de la novela que dos personas a quienes le había dado a leer su nuevo material le preguntaron si en el libro había querido aludir a los desaparecidos.

“No estoy seguro de haber tenido ese propósito, pero me parece una interpretación lógica en el sentido de que los desaparecidos estaban dentro de nosotros mismos; quiero decir que no era algo que nos contaban sino que debíamos sobrellevar”.

 

Y agrega:

“No creo que uno pueda soñar una pesadilla tan terrible y no seguir escribiéndola al despertar”.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *